Demasiado lejos del triunfo
Independiente necesitaba ganar para ascender, sin depender de nadie, pero jugó muy malEstuvo a un gol de lograr el objetivo y también a un gol de quedarse sin nada. Ahora jugará una final con Huracán.
- Clarín 9-6-14
Es el minuto 93 de un partido que se muere 0 a 0. La multitud roja que late en Avellaneda por Independiente sufre. Huracán ya ganó y los de Omar De Felippe necesitan un gol para ascender y terminar con su vía crucis . La pelota cruza el área del Rusito Rodríguez y Vallés la despeja al córner. Los defensores de Patronato, seguros en toda la tarde, ni siquiera pasan la mitad de la cancha para buscar el gol. Pero en el silencio absoluto se escucha un grito que nace en la Platea Erico:¡Terminalo referí!
grita un hincha, desesperado, entendiendo que el desempate por el tercer ascenso, a esa altura del domingo, no es tan mal negocio. Tiene razón: Independiente jugó tan mal que estuvo más cerca de perder que de ganar el partido que definía su suerte.
Más allá de las tensiones del día, tan influyentes en las imprecisiones como enemigas de la paciencia, el dibujo táctico inicial del local expuso un problema: con Mancuello atado a jugar de doble cinco junto al chico Bellocq, Independiente nunca desequilibró. Porque a Insúa pareció faltarle una marcha más, porque Montenegro debió ir hasta la mitad de la cancha a buscar la pelota y porque Pisano, por la derecha, se fue apagando en la tarde como la ilusión del ascenso. De Penco, ni noticias por Avellaneda. De hecho, la única chance de gol del local en el primer tiempo fue un zurdazo de Pisano que lo despejó fácil Bertoli.
En el otro arco, Rodríguez hizo lo suyo otra vez, porque sus manos sostuvieron el empate en la primera mitad. El Rusito le sacó un zurdazo a Acosta que se metía en el ángulo, le puso el pecho a un misil cruzado que salió desde los pies de Guzmán y a puro reflejo sacó un buen cabezazo de Boggino, que ganó con facilidad en las alturas. Todo ante la mirada pasiva de la defensa de Independiente, que tuvo en las pifias y la lentitud de Morel Rodríguez el mejor resumen de lo que fue una pésima tarde.
La segunda etapa fue similar a la primera pero contó el mejor (y el único) tramo del partido favorable para Independiente. Porque corrigió el 4-2-3-1 original y retrasó a Insúa. Con eso Mancuello se liberó por la izquierda y logró desbordar cuatro veces seguidas en diez minutos por su sector. Pero ni siquiera en ese momento los de De Felippe lograron tener una chance clara de gol: lo más cercano fueron un remate de Montenegro que se fue por sobre el travesaño y un mal centro de Pizzini que casi se le mete a Bertoli en el ángulo. Para colmo, a la media hora, el DT hizo un cambio que sorprendió: sacó a Mancuello (luego explicaría que el jugador le pidió la variante) y puso a Parra, que quedó igual de aislado que Penco. El público desaprobó el cambio y el equipo lo sintió: Independiente no atacó más. Luego salió Montenegro e ingresó Ortiz: a esa altura, los nervios consumían las piernas y las ideas de los grandes, de los experimentados y claro, también las de los más jóvenes.
Los últimos quince minutos se esfumaron entre acciones individuales del local y la falta de decisión de los delanteros de Patronato para ganar el partido. Porque Ricardo Gómez tuvo el gol en un mano a mano con la pelota para su perfil, pero decidió tirar el centro; porque los últimos tres ataques con superioridad numérica de los hombres de Lippi terminaron con cambios de frente que se fueron al lateral; y porque los únicos dos remates al arco de los entrerrianos fueron a las manos de Rodríguez Entre la desazón y el enojo, quedaron reflexiones flotando en el aire de Avellaneda cuando Vigliano, de buen arbitraje, pitó el final: la defensa de Independiente no puede dar tantas ventajas el miércoles ante Huracán; Pizzini parece tener un mejor ritmo que Insúa, Montenegro debe estar más cerca del arco rival y a Penco, o a cualquier otro delantero, hay que abastecerlo mejor si se quiere hacer un gol. Al cabo, aún queda otra chance para ascender. Pero Independiente, atención: esta sí que es la última.

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