La gestión de Cantero: un tobogán de 857 días
POR LUCIANO GONZÁLEZ
25/04/14 CLARIN
“Sabemos que ahora vendrá lo más bravo: intentar resurgir de las cenizas a un club que fue devastado”. Aquel sueño que se planteó Javier Cantero el 18 de diciembre de 2011, cuando, a la cabeza de la lista de Independiente Místico, superó con el 59,96 por ciento de los sufragios al oficialista Baldomero Cacho Álvarez de Olivera, el histórico ex intendente de Avellaneda (35,32 por ciento), terminó en pesadilla. La renuncia presentada el miércoles a la mañana puso fin a un derrotero que empezó a desandarse como un anhelo de resurrección con un fuerte aval de los socios e hinchas, los mismos que en los últimos días se cansaron de exigir su salida.
Sus 857 días al frente del Rojo fueron un tobogán. De perfil alto, se ganó muy rápido un espacio relevante en el universo dirigencial del fútbol argentino por su pelea frontal contra una barra brava que había adquirido mucho vuelo durante los seis años de gestión de Julio Comparada. “Comisión Directiva = Mercenarios. No somos nosotros”, fue la primera advertencia que recibió de los violentos, a través de una bandera colgada durante un amistoso ante San Lorenzo. Hubo más: se llegó hasta los enfrentamientos cara a cara con Bebote Álvarez en la sede.
Mientras trataba de desalojar a la barra del club, debió afrontar también el tendal de deudas que había dejado la conducción anterior, que se había ido con un pasivo cercano a los 200 millones de pesos. Los pedidos de embargos se hicieron moneda corriente, empezando con el de César Luis Menotti, quien reclamaba 350.000 dólares de su último paso como mánager.
La pelea contra los violentos no le ofreció tregua y de a poco fue perdiendo el apoyo de sus pares de otras instituciones. “Nosotros repudiamos a los barras y en Boca se sacan fotos”, disparó en mayo de 2012. “En vez de criticar, deberían preguntarnos por qué no tenemos problemas. Esa es la manera de ayudar y no pasearse por los canales. Manejar un club no es lo mismo que un country”, le contestó, Juan Carlos Crespi, vice de Boca. La fractura era evidente. Diez meses después, ya en 2013, Florencia Arietto, jefa de Seguridad, renunció por diferencias con él.
El otro frente permanentemente abierto durante su gestión fue el futbolístico. Con una herencia de puntos bastante magra, la amenaza del descenso fue tomando cuerpo con el paso de los meses. Ni Ramón Díaz, el entrenador que había heredado, ni Cristian Díaz, el que él eligió para reemplazarlo, ofrecieron soluciones, por lo que debió recurrir a Américo Gallego, el DT campeón en 2002.
“Nunca vamos a pelear el descenso, vamos a pelear arriba”, había dicho el Tolo cuando asumió, en agosto de 2012. Ocho meses más tarde, con el equipo complicadísimo en la tabla de promedios y después de un empate 1 a 1 contra Unión, abandonó el barco. La elección de Cantero, previa consulta a Julio Grondona, fue Miguel Brindisi, quien no pudo evitar la caída, que se consumó el 15 de junio tras una derrota 1 a 0 con San Lorenzo. “Me voy en diciembre de 2014, no renunciaré ni tampoco la Comisión Directiva”, avisó Cantero tras el descenso. No dio el brazo a torcer ni siquera después de una caótica asamblea, el 28 de junio del año pasado, en la que él fue agredido con una lluvia de sillas.
Los malos resultados en el Nacional derivaron en la salida de Brindisi y en la contratación de Omar De Felippe. Parecía que el equipo encaminaba el rumbo, con un buen cierre de 2013. Pero el inicio de este año fue a los tropiezos y aceleró esa debacle institucional, con una Comisión Directiva desmembrada y un presidente jaqueado por la oposición, rechazado por los socios y acosado por la barra. El mismo que ahora dice adiós.
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