Seis años después de su debut con la camiseta de Independiente, Federico Mancuello logró cambiar reproches por aplausos y convertirse en ídolo de la hinchada roja y pieza clave en el equipo de Jorge Almirón. Ayer, uno de los goleadores del campeonato extendió su contrato -que vencía en diciembre- hasta fines de 2017. Y cuando ponga la rúbrica, el lunes, el nuevo vínculo tendrá una cláusula de rescisión de ¡5 millones de dólares!
“Independiente es mi casa. Le debo todo lo que soy.
Esperar para ser jugador libre hubiera sido traicionar a mi familia.
Voy a seguir hasta que el club lo desee. Si me venden, quiero que entre dinero al club como agradecimiento”, confesó Mancuello.
Quizás, el consejo que recibió en 2009 de César Luis Menotti -por entonces mánager del club- le sirvió para darle otra impronta a su juego. Durante una práctica, Menotti le preguntó a Mancuello qué camino recorría para ir desde Buenos Aires a Reconquista (Santa Fe), donde “Mancu” nació hace 25 años. La conversación giró sobre la ruta que tomaba el jugador para volver a su ciudad: “Voy por la 9 a Rosario, sigo hasta Santa Fe, agarro la 1 o la 11 y salgo a Reconquista” , dijo el pibe que jugaba de carrilero por izquierda, bien sobre la banda. De repente, El Flaco le preguntó qué hacía si se producía un piquete en Campana o un accidente en San Nicolás.
“ En ese caso puedo ir por Pergamino, salgo a Rosario y ahí retomo la autopista” , respondió el jugador. Rápido, el didáctico entrenador le soltó: “Ve... Lo mismo tiene que hacer en la cancha, pibe. Así como cambia de trayectoria en la ruta, tiene que hacerlo en los partidos. Deje un poco la banda, tire una pared, haga una diagonal, gambetee a un tipo. ¡Anímese, viejo!” .
En Primera, Mancuello saltó a una cancha en diciembre de 2008. El equipo que dirigía Miguel Angel Santoro se enfrentó a Arsenal, en cancha de Racing. Ingresó a los 37m del segundo tiempo en lugar de Hernán Fredes. De todas maneras, su primera etapa no fue la esperada: alternó buenas con malas y, en junio de 2011, emigró a Belgrano (Córdoba) para buscar una regularidad que no tenía.
Retornó en junio de 2012, pero empezó a ser importante un año después, cuando el Rojo transitaba el capítulo más triste de su historia. En la B Nacional jugó 37 partidos e hizo 2 goles. De vuelta en Primera, su evolución (traducida en el juego y en muchos más goles) lo llevó, incluso, a arrebatarle el brazalete de capitán a Tula y a Montenegro. Almirón le cambió definitivamente la ruta que ya había propuesto Omar De Felippe: de volante externo pasó a jugar por adentro, en un doble 5 donde explotó sus virtudes y ahora tiene recompensa.
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