04-01-2015
Beto Tisonovich Btisinovich@ole.com.ar Favio Verona Fverona@ole.com.ar
Almirón le confirmó a Montenegro que no lo tendrá en cuenta. La CD le pidió que hoy no vaya a Pilar.
No tuvo contemplaciones. No abundaron las palabras ni los argumentos. Aún no hubo una explicación razonable que justifique el porqué de una decisión que ya estaba tomada desde el mediodía del 4 de diciembre. El llamado fue tan breve como contundente. Daniel Montenegro escuchó con atención las palabras de Jorge Almirón, pero ya sabía lo que le iba a decir. El técnico sólo se encargó de dar el último paso que terminó de hacer añicos una relación erosionada por el silencio en los momentos de mayores estridencias. Con un delay que parece denunciar un incomprensible desprecio por las formas, le comunicó al Rolfi lo que ya era una sentencia tácita: “No te voy a tener en cuenta”. Así, el enganche corroboró absorto lo que ya se había “enterado por los diarios”.
Olé intentó comunicarse sin éxito con el jugador, quien por la noche se habría reunido con el DT en un bar de Puerto Madero para aclarar las cosas.
El factor económico era el único que aún mantenía al enganche en Independiente. Como todavía le queda un año de contrato, los directivos querían evitar desembolsar una cifra suculenta para satisfacer la pretensión del entrenador de cortar el vínculo. Los jugadores están citados hoy a las 20 en Pilar para comenzar mañana la pretemporada, pero al ídolo le pidieron que no concurra. “El lunes nos juntaremos con su representante (Alejandro Bouza) para intentar llegar a un acuerdo. Al Rolfi le pedimos por favor que no se presente, que eso era lo mejor para todos porque no está en los planes del técnico. El es muy sensato y lo entendió. Todo fue muy desprolijo y lo lamentamos. Este no es el final que se merece alguien que le dio tanto al club, por eso intentaremos que su salida sea lo más decorosa posible”, le dijo a Olé un dirigente de peso. Lo cierto es que hasta ayer a última hora, el 23 estaba analizando si presentarse.
En la CD hubo posturas disímiles. Algunos sopesaron el costo político que podría traer aparejado otra salida desprolija de un ídolo, con los antecedentes de Federico Insúa y Gabriel Milito aún latentes. En los casos de Rolfi y Pocho existió un alarmante denominador común: la falta de diálogo de un DT que no respetó los pasos protocolares que se suelen seguir en estas circunstancias. Los motivos trascendieron ampliamente los límites del campo de juego. La salida del ídolo no se desencadenó por su prestación en la cancha, sino por algunas actitudes que Almirón consideró inaceptables. En el club siempre repiten lo mismo: “Está cansado de su cara de culo”.
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