domingo, 9 de agosto de 2015

Jorge Griffa: "Al chico le intentamos mostrar que a mejor persona puede ser mejor jugador"

Jorge Griffa: "Al chico le intentamos mostrar que a mejor persona puede ser mejor jugador"
A los 80 años, maestro en la formación de futbolistas, nunca separa la cuestión deportiva de la social; "Hay que enseñarles a ganar, pero sin exigirles que ganen", dice
Por Francisco Schiavo | canchallena.com.-
La Nación 9-8-15

Jorge Griffa está feliz porque ya puede ponerse en cuclillas después de haberse operado la rodilla derecha. Y es cierto. "¡¿Qué te pasa?!", le dice, casi a ras del pasto, a un juvenil de Independiente que quedó tendido después de un choque con un compañero, en el predio de Villa Dominico. "Me duele", escucha. La respuesta lo pone loco. "¡Levantate, carajo! ¡Qué te va a doler! Y si te duele, no lo demuestres". A los 80 años, así vive el fútbol uno de los maestros en la formación de jugadores, al frente el fútbol amateur de Independiente desde principios de año.


"Jugué mucho tiempo con los ligamentos rotos, casi desde los 21 años hasta los 36. En mis tiempos, esas operaciones eran mucho más complejas. Ya casi nadie quería contratarte después de una intervención así. Yo me ponía una especie de bandita debajo de la rodilla y trataba de no estirar la pierna del todo porque, cuando lo hacía, el dolor era insoportable. Después de los partidos tenía que hacer una buena recuperación: descanso y hielo", dice Griffa, que se lució con la captación y formación de talentos en Newell's y en Boca.

¿Usted cómo jugaba?

-Era un elemento importante. No entendía la palabra derrota. Siempre pensaba en ganar. Y ganar cuesta trabajo. Y ese trabajo se conjuga con una serie de factores: el cuidado personal, el esfuerzo, el sacrificio, estar en las mejores condiciones cada domingo? tratando de llegar a lo máximo, que es la primera.

Justo él, el hombre que pide llevar a los jóvenes poco a poco, se desesperaba cuando perdía. "La paciencia no llega sola, je". Tiene razón.

¿Está contento?

-Mucho. Porque estando en el deporte, sobre todo en el fútbol, que casi es mi vida, me siento satisfecho y agradecido a Dios, que me dio estas vivencias. No sólo haber jugado tanto tiempo, sino el desarrollo de la enseñanza en un plazo tan largo. Cuanto más largo, más experiencia. Y cuanta más experiencia, mejor la enseñanza y el perfeccionamiento de los más chicos.

¿Se les puede enseñar a ganar?

-A los chicos hay que enseñarles a ganar, pero sin exigirles que ganen. Hay que prepararlos para el éxito. Hay que darles los argumentos para que sean triunfadores: en lo técnico, en lo físico y en lo psíquico.

¿Son receptivos al mensaje?

-Hay un estilo distinto de aquel cuando empezamos en 1972. Se pensaba sólo en llegar a primera y se tenía a un lado la parte social. Nosotros tratamos de conjugarlas porque el chico no vive en una cancha de fútbol. Lo hace dentro de una sociedad con sus exigencias. Le intentamos mostrar que a mejor persona puede ser mejor jugador.

¿Discute mucho con los padres o los representantes?

-No tuve problemas con los padres, salvo algún caso excepcional. A alguno que me decía que quería que su hijo estuviera en los planos más importantes yo le decía lo mismo: que quería lo mejor para los hijos de todos. Entonces, no había discusión posible.

¿Cómo maneja las presiones?

-Les damos todos los argumentos para que lleguen al éxito sabiendo que no todos van a llegar. Pero van a salir de una etapa muy complicada. Antes de la maduración plena está la previa, que es la más peligrosa, en la que el chico puede tomar el camino incorrecto. Hay que mostrarle cuál es el jugador ideal: técnica y temperamento, fuerte y coordinado, velocidad física y mental, inteligente y psicológicamente equilibrado.

¿A quién considera un ideal?

-Habría que conocer mucho al individuo, pero en sus tiempos fueron Di Stéfano, Cruyff y otros?

¿Y de hoy?

-De alguna manera lo es Messi. Quizás, a lo mejor, todavía le falta un poquito más de maduración. Por eso son importantes las edades. De los 12 a los 14 empieza a pensar en la competencia. De los 14 a los 20 es una competencia mucha más profunda. Y luego está la etapa profesional, la competencia plena.

¿Los chicos confunden éxito con dinero?

-Se mezclaron bastante las cosas. Antes estaba el deseo ferviente de jugar en un club por el amor. Ahora cambió. No porque ellos quisieran hacerlo, sino porque la sociedad lo hizo. Hay que tratar, por lo menos, de emparejar los afectos con lo económico. Creo que las exigencias no son equivocadas, pero no hay que exagerar. Hay que tener conciencia de que la vida nos da la posibilidad de hacer un deporte. Habría que tomarlo como situación de salud, de estar en mejores condiciones, pero el aspecto económico empuja no sólo a los chicos, sino a la familia, los representantes, los clubes mismos. Y esa exigencia puede malograrlos.

¿Los problemas de la sociedad se reflejan en la cancha?

-No, por suerte, el deseo de jugar del chico se mantiene virgen. A veces lo confunde lo que lo rodea. El chico quiere jugar y está metido en el desarrollo de un mejor juego. Por eso, independientemente de la preparación futbolística, el primer objetivo, debe estar pegado la parte social. La serie de factores alrededor de su vida en sociedad jamás puede quedar a un costado. El camino equivocado es fácil de tomar. El correcto exige esfuerzo y sacrificio constantes.

¿Ve muchos problemas de alimentación?

-No vi un grave déficit alimenticio en los lugares a los que fuimos. Obviamente, el triángulo entre Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires tiene una situación de privilegio. Eso ayudó a los chicos para que pudieran dar mayores respuestas en el fútbol.

¿Cómo le gusta que jueguen los equipos?

-Que sean prácticos, simples. Que se los prepare para practicar un fútbol de cierta categoría. Ser simple atrás, no dar ventajas. Ser práctico en el medio campo y ser contundente en la delantera. Hay que encontrar, primero, los chicos; después, los muchachos, y más tarde los jugadores mayores.

¿Los chicos entienden el juego?

-Sí, y de entrada. No sólo están con las computadoras. Ver fútbol debe ser una exigencia para los chicos. De ahí provienen un montón de situaciones que después van a expresar.

¿Por qué hay algunos puestos en los que aparecen pocos jugadores?

-Cuando yo empecé con los juveniles era complicado encontrar delanteros. Venían todos defensores. Con el paso del tiempo veo que nos faltan defensores. Hay muchos delanteros. Cambió totalmente. Son modismos, formas del fútbol. Quizás eso del que hace goles vale más que el que los evita... Siempre digo que hay situaciones en las que hay que expresarse con conocimiento. No todos pueden ser delanteros ni todos pueden ser defensores. Hay características físicas dentro del fútbol los hacen ser más contundentes en la marca o más eficaces con la pelota. Hay que encontrar el puesto que le corresponde a cada chico para que sea un jugador eficaz.

¿Por qué dice que son educadores y docentes y no entrenadores?

-Porque creo que es una etapa previa a la de entrenadores. Hay una diferencia. A una edad se los preparara para ingresar de la mejor manera en el profesionalismo, que la mente esté metida a pleno, pero no pensando exclusivamente en lo futbolístico, sino también en la respuesta en la sociedad.

¿El secreto de la vigencia?

-Son situaciones que uno no provocó. Esto está en manos de Dios. Hasta que él diga basta y me diga: venga para acá, viejo, que ya hizo demasiado... A veces con aciertos y otras con errores.

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