martes, 15 de agosto de 2023

La Nación: Independiente lucha para quedarse en Primera y, como si fuera poco, no sabe hasta cuándo tendrá presidente.-


La política nacional conspira contra la cadena de mando en los Rojos; crece el malestar de los socios por los movimientos dirigenciales.-

14 de agosto de 2023

23:01

Rodolfo Chisleanschi

PARA LA NACION

Independiente nunca tiene paz. Después de una semana en la cual se concretaron los tan ansiados refuerzos por los que imploraba Ricardo Zielinski –”Todavía faltan algunos jugadores, sobre todo un central y otro delantero, pero estamos conformes con los que ha traído el club”, dijo el Ruso este lunes en conferencia de prensa–, un nuevo nubarrón asomó por el cielo rojo de Avellaneda.

En las PASO celebradas el domingo, Néstor Grindetti, presidente de la entidad, se impuso en los comicios internos de Juntos por el Cambio y se convirtió en el candidato de dicha fuerza a gobernador de Buenos Aires. La novedad, esperable sólo a medias ya que muchas encuestas daban como favorito a su rival Diego Santilli, prolonga el estado de provisionalidad institucional que comenzó cuando el todavía intendente de Lanús aceptó la propuesta de Patricia Bullrich para acompañarla en su aventura electoral.

Desde finales de 2021, la política es un dolor de cabeza –tal vez añadido, quizás el origen de todos los males– que se suma a los enormes problemas financieros y deportivos que tienen sumido al Rojo en un estado de conflictividad latente. En aquel momento, la sucesión de Hugo Moyano al frente de la entidad se convirtió en un interminable entuerto judicial que demoró en resolverse hasta octubre de 2022, cuando Fabián Doman ganó las elecciones con amplísimo margen.

Sin embargo, el conductor de televisión renunciaría en abril pasado y Grindetti, vicepresidente primero, debió asumir el cargo: “Me cayó como peludo de regalo”, confesó en su momento a la nacion. Su nombre ya estaba asociado por entonces a la contienda en la política bonaerense y decidió subordinar su continuidad en el cargo a la decisión de la asamblea general del club celebrada el 6 de julio. “Aceptaré continuar si hay alguna forma de ordenar las cosas teniendo menos tareas cotidianas”, anunció. Los representantes de los socios avalaron su permanencia.

La realidad, sin embargo, mostraría otro rostro. En la recta final de campaña rumbo a las PASO y mientras el club buscaba desesperadamente futbolistas que elevaran el nivel del plantel, la presencia efectiva del presidente se hizo cada vez menos frecuente, y como en el torneo de la Liga Profesional el rendimiento en la cancha mantuvo al equipo en los últimos lugares de la tabla (finalizó 24º, a tres puntos del puesto que marca el descenso a la Primera Nacional), el descontento fue en aumento hasta convertirse en protestas e incidentes tras el partido de la jornada de cierre, un 2-0 en contra ante Boca.

Hasta que, anoche, se escuchó lo previsible. “Inevitablemente, por cuestiones de tiempo, voy a tener que tomarme una licencia. Vamos a dejar que transcurran estos días y voy a ver como me organizo para plantear pedirme una licencia en Independiente, al menos hasta las elecciones”, aseguró Grindetti, en América 24.

Grindetti, o mejor dicho su escasa participación en el día a día del club, fue uno de los blancos donde apuntaron las críticas de hinchas y socios. Sin el máximo representante a la vista, las iras se descargaron sobre Daniel Seoane, secretario general; José Luis Damiani, integrante de la mesa chica que toma las decisiones; y Pablo Cavallero, director deportivo.

La transformación del presidente en candidato firme asegura otros dos meses más de provisionalidad. El 22 de octubre, cuando se decida si será o no el máximo mandatario provincial, ya se habrá disputado la 9ª fecha de la Copa de la Liga y apenas quedarán cinco para determinar el destino del Rojo en la tabla anual. “Si soy elegido gobernador ya sería otro cantar”, señaló en su momento Grindetti, mostrándose favorable a dar un paso al costado “para evitar suspicacias”. Esta semana se espera una reunión de la directiva del club para saber cómo organizar a corto plazo un futuro que en principio parece complejo.

Independiente dará el primer paso de la batalla por escaparle a las angustias el sábado frente a Colón, un adversario directo ya que en este momento ocupa ese lugar que conduce a la segunda categoría del fútbol nacional, pero antes tendrá un aperitivo. Esta noche a las 21.30 en el estadio Kempes de la capital cordobesa jugará ante Central Córdoba de Santiago del Estero por 16os de final de Copa Argentina, un partido que el Rojo intentó posponer para más adelante, sin conseguirlo.

El equipo de Zielinski llega al inicio del segundo semestre del año sin haber tenido tiempo para acoplar las nuevas piezas y en consecuencia, casi con los mismos hombres que disputaron el torneo pasado.

Cuatro de los cinco jugadores que el club consiguió incorporar –”Muchos que fuimos a buscar no quisieron venir, otros no pueden, otros eligen opciones diferentes”, señaló ayer el entrenador-, aterrizaron en el país durante el fin de semana y apenas han tenido un par de entrenamientos con sus nuevos compañeros. De ellos, sólo Lucas “Saltita” González y el chileno Mauricio Isla están habilitados y viajaron con el plantel. El volante es muy posible que sea titular; lo del experimentado marcador de punta es en cambio más dudoso. Federico Mancuello, Alexis Canelo y el colombiano Felipe Aguilar deberán esperar como mínimo hasta el sábado para empezar a mostrar lo que pueden aportarle al equipo.

Independiente arranca los últimos meses de 2023 en estado de alerta. Con un presidente que tiene el cuerpo, el tiempo y buena parte de su mente dedicados a otras cuestiones; un puñado de refuerzos llegados sobre la hora; una situación preocupante en la tabla y una hinchada que oscila entre el apoyo multitudinario y el nerviosismo intolerante a flor de piel. “Tenemos mucho margen para mejorar”, dice el Ruso. “El club ahora está equilibrado, sólo en la cancha las cosas no nos salieron bien”, afirma Grindetti. Esta noche y por Copa Argentina, el Rojo empieza a desandar el camino rumbo a la mejoría o la catástrofe.

Rodolfo Chisleanschi

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