martes, 22 de julio de 2014

Montenegro, el último ídolo (Por Mauro Bajder)


(COLUMNA DE OPINIÓN 23 julio 2014 / por ).- A horas de que Daniel Gastón Montenegro renueve su vínculo con Independiente hasta fines de 2015, pude llegar a una conclusión que venía madurando dentro de mí hace ya tiempo. Por su fútbol -atañado a la subjetividad pero exquisito para quien escribe estas líneas-, sus actitudes dentro y fuera de la cancha, los repetidos regresos a un club que no es el de sus orígenes y hasta por la constante relación de amor-odio con los hinchas, terminé entendiendo que Montenegro es el último ídolo del Rojo.
Para empezar a comprender esto, es necesario despojarse de viejos prejuicios sobre los ídolos de antaño. Por más que no haga falta aclararlo, no puede comprenderse semejante distinción sin antes entender que los requisitos actuales para ser idolatrado en Independiente poco tienen que ver con los de viejas épocas. Comparar al Rolfi con Erico, Pastoriza o Bochini, líderes de las tres etapas más gloriosas de la institución, resulta imposible y por lo tanto no es mi intención colocarlo a la altura de ellos. Pero en este contexto, tan distante del que esas leyendas forjaron, Montenegro se convirtió en el jugador más importante de esta época.
Sea por lo emocional o por lo estadístico, sobran datos para considerar a Montenegro como el jugador más influyente que ha tenido Independiente desde el comienzo del actual milenio. Para empezar, los fríos pero contundentes números lo convierten en todo un hombre récord. Desde su primer paso por el club en el año 2000 hasta hoy, que extenderá su cuarta etapa como jugador Rojo al menos un año y medio más, el Rolfi marcó 67 goles en 221 partidos, cifras que lo ubican como el máximo goleador del siglo XXI y el que más encuentros disputó.
Ya fuera de lo que pasa dentro de la cancha, entrando a un terreno superfluo para algunos e importante para otros, el ex Huracán ha demostrado en reiteradas ocasiones su identificación con Independiente. En tiempos donde los grandes jugadores tienen relaciones de corta duración con los clubes argentinos, Montenegro siempre se las ingenió para volver a ponerse la camiseta que más cómoda le quedó a lo largo de su carrera. En su última llegada, cuando volvió para dar una mano al equipo que finalmente descendió, desestimó ofertas concretas del exterior y de Estudiantes de La Plata, destinos que sugerían ser más cómodos que arribar a Avellaneda a pelear por la permanencia.
Con el trágico descenso consumado, confirmó rápidamente su continuidad y cumplió el objetivo de ascender. Aun con altibajos, fue el goleador de la temporada y faltó en apenas un partido (ante Almirante Brown por lesión). Su rendimiento en la segunda categoría del fútbol argentino terminó siendo un fiel reflejo de cómo vivió la temporada el hincha de Independiente. Luego de seis meses de buen clima y más que aceptable rendimiento, el nivel del 10 cayó y consigo trajo el desconcierto general de todo el plantel.
En esa recta final, que resultó ser un verdadero infierno para el Rojo, Montenegro vivió su peor momento en la institución. Aplaudido por algunos e insultado por otros, su ya mencionada cambiante relación con los hinchas se hizo más evidente que nunca. Sufrió el desenlace de la B Nacional como un simpatizante más.
Su gol ante Instituto, probablemente el más importante que haya anotado el equipo durante toda la temporada, explicó todo. En el peor momento de la historia del club, el capitán fue la luz. De no haber sido por ese golazo, Independiente estaría aún en la segunda división. Y de no haber llegado el Rolfi al club, los últimos 15 años hubieran sido aún peores.
Mientras algunos aún se quedan con un festejo desafortunado con la camiseta de River, Montenegro aceptó una reducción de sueldo cercana al 50 por ciento para poder finalizar su carrera en el club. Un gesto más entre tantos, pero clave para entender por qué Montenegro se ha convertido en lo mejor dentro de lo peor. En el último ídolo de Independiente.
Fuente: Orgullo Rojo  Click aqui 

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