Por CHRISTIAN LEONEL ALONSO.-
La historia que los une comenzó con el pie derecho. Al verse, se enamoraron el uno del otro. Dicen que el amor a primera vista existe, aunque realmente sea un mito incomprobable. Sin embargo, el destino quiso juntarlos en un sinfín de festejos, abrazos, risas y llantos. En una marea de buenas y malas, con muchas idas y vueltas. Así sería, pero siempre estarían juntos.
Ella era la figurita difícil que todos querían. Bonita, bien formada. Con muy buenos dotes. Se encontraba en una etapa rara en su vida. Como si estuviera ahí, en stand-by, a la espera de un nuevo amorío. Él cargaba con la tarea más ardua: Hacer que rápidamente se olvide de sus últimos amores. Y a pesar de que en sus pergaminos dejaba notar que podría hacerlo sin complicaciones, la responsabilidad de conseguirlo se hacía toda una misión.
La 10 no es para cualquiera, querido lector. La camiseta número 10 de Independiente no es una camiseta más en el fútbol argentino, no Señor. Usted dirá: "¿Pero cómo? Si la usó cada uno...".
Es cierto. Y habrá que buscar responsabilidades concretas entre dirigentes y entrenadores. Pero antiguamente, la 10 sólo la usaban los distintos. Así me lo enseñó mi viejo. Los que realmente se la ganaban. Los que demostraban tener ese "algo más" con el que todos sueñan de niño.Los que tienen algo del Bocha, algo de Garnero. Los que tienen fútbol, pero también tienen huevos. Y Daniel Gastón Montenegro tuvo todo.
La generación de los 90 creció con el Rolfi. Aprendió a jugar al fútbol con él. Se hartó de gritar golazos de media y larga distancia. O celebrar alguno de sus pases Bochinescos. O lastimarse las manos aplaudiendo alguna de sus pinceladas. Nadie imaginaba un final así entre la 10 de Independiente (o la 23, su fiel amante) y él. Nadie.
Y aquí aparecerá el oportuno que proteste: "Vino a robar", "no tenía donde caerse muerto", "lo echaron de todos lados", "es un jugador terminado", etc. Y es discutible. No existen los indiscutibles en el fútbol mundial (hay gente que aún critica a Lionel Messi). La historia dirá que Américo Gallego convenció a la CD de Javier Cantero para que Montenegro vuelva y sea el referente que salve a Independiente del descenso. ¿Lo logró? No. Pero se quedó a ascender cuando todos huyeron. ¿Logró ascender? Si. Y tuvo una primera rueda que fue creciendo de menor a mayor. Ya en Primera nuevamente, lo suyo fue orgásmico. Algo lento, claro. Los años no vienen solos. Pero casi en plenitud. El resto de la historia (su salida y demás) ya está escrita y no se puede cambiar.
Perdón por los insultos antes del descenso. Por pedirle más a un jugador que siempre demostró ser un distinto. Pero esta maldita generación de los 90 (la mía, por si queda alguna duda), que ha visto poco y nada de esa rica historia que alguna vez le contaron. Esa generación quiere más. Y eso es lo que siempre se le exigió a él. Por exigirlo, se ha llegado a aplaudirlo e insultarlo en masa ¡en el mismo partido!
Rolfi: Te puteé, te idolatré, te ovacioné, te silbé, te lloré, te festejé, te pedí, te extrañé y te extraño. Por favor, perdón y gracias. Felices 36 años.
Christian Leonel Alonso es un joven y destacado periodista, que escribe regularmente en el prestigioso Diario deportivo Olé, y escribe su blog "Un pensar Independiente", del cual hemos extractado esta nota y cuya visita recomendamos:
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