martes, 3 de junio de 2014

Clarín: Montenegro-Insúa Siempre están volviendo


Siempre están volviendo

INDEPENDIENTELos dos regresaron a Independiente “por amor a la camiseta”. Ahora van por el esperado retorno a Primera.

El festejo se extiende en el hotel Howard Johnson de Córdoba. En el hall central hay al menos dos decenas de allegados, de aportantes y de hinchas que no paran de abrazarse. A unos metros, en el entrepiso, el plantel de Independiente disfruta de una cena como hacía muchísimo tiempo no tenía. Los goles que trae la tevé se gritan como si fueran en vivo. Pasa el postre y Daniel Montenegro y Federico Insúa interrumpen la sobremesa para la producción con Clarín.
Cansados pero extremadamente felices. Así se los vio al Rolfi y al Pocho. Las sonrisas no les entran en sus rostros. Saben fehacientemente que el paso que dieron en Córdoba fue un paso decisivo: ahora todo depende de ellos. Repiten casi a dúo: “Falta un escalón, uno solo...” Ese escalón se llama Patronato de Paraná.
Mucho se habló de la continuidad de Montenegro post descenso. El, sin embargo, siempre tuvo claro qué hacer: sus intenciones más íntimas pasaban por quedarse para devolver a Independiente a la máxima categoría. Se quedó. Puso el pecho. Se bancó todo tipo de críticas. Todo: “Me quedé por amor a la camiseta”.
Insúa coincide con su socio: “Yo también volví por amor a la camiseta. Sentí que podía dar una mano. Independiente fue muy importante en mi carrera, en mi vida. Sentí en mi interior que era el momento de volver. Y acá estamos, cerquita de cumplir con lo que soñé cuando firmé en enero”.
Desde esa firma hasta acá, el Pocho debió sortear varios contratiempos. Recién hace cinco fechas pudo insertarse entre los titulares. En ese lapso, el equipo de Omar De Felippe mutó la identidad y acumuló cuatro triunfos y un empate (Insúa le hizo un gol a Douglas Haig). “Me siento bien, útil. Siempre dije que yo estaba para sumar desde el lugar que me tocase. Por suerte, en los últimos partidos conseguimos buenos resultados. Se dio la particularidad de que tuvimos que remontar tres partidos. Eso habla de que este grupo tiene muchísima personalidad y actitud”.
El Rolfi observa en la laptop del fotógrafo las imágenes de su festejo. “Qué lindo salto pegué, je...”, dice sin quitar la vista de la pantalla. Y solito, sin que nadie le pregunté, se suelta: “La verdad, no recuerdo mi último gol de zurda. Se dio, me quedó justa y le pegué. Si me acomodaba para patear de derecha me comían. Sinceramente fue inesperado...” La pregunta, tras su sincera reflexión, se impone: ¿Fue le gol más importante de tu carrera? Piensa. Y responde: “Y... Puede ser. Si logramos el objetivo sin dudas podríamos decir que es uno de los más trascendentes”.
El camino para llegar hasta acá no fue para nada sencillo. Los campañones de Banfield y de Defensa y Justicia lo empujaron a pelear -con angustia- por el tercer y último boleto a la A. “No pudimos mantener el ritmo que mostramos en la última parte de la primera ronda. Recién en este tramo final pudimos parecernos a ese equipo”, describe Montenegro. Rubrica Insúa: “Debíamos ganar tres finales. Muchos pensaban que como veníamos no se podía. Nosotros, el grupo, siempre supo que se podía. Siempre. Pusimos lo que debíamos poner para salir adelante”. Y acota: “Contra Instituto era la final más importante porque ellos eran uno de los rivales directos. Ellos juegan bien y encima en su cancha hacía mucho que no perdían”.
Se ríen. Posan. Juegan con la camiseta; esa camiseta que defienden con el alma. Y tiran una pared final. Toque de Montenegro: “El gol de Seba Penco nos devolvió el alma. Fue un gol importante para no depender de nadie. Ahora hay que ir a nuestra casa a ganar como sea para regalarle una alegría a nuestra gente”. La devuelve Insúa: “Falta un poquito. Hay mucho nerviosismo, pero esto lo vamos a sacar para adelante”.
Daniel Montenegro y Federico Insúa.
El Rolfi y el Pocho. Uno se quedó y el otro regresó, ambos “por amor a la camiseta”. Sólo un pasito los separa del desahogo final.

La amistad nació con un título y sigue en ascenso

Primera B NacionalBrillaron en el equipo de Gallego y ahora se volvieron a juntar en un momento difícil.

“Por mí no hay problema, ¡si el Rolfi es mi amigo! Pregúntenle a él si quiere, ja”, Federico Insúa se prende sin pensarlo en la propuesta deClarín de juntarse con Daniel Montenegro para la nota. Y el Rolfi se la devuelve redonda: “Cómo no voy a querer si cuando se dijo que podía volver al club me emocioné”.
Montenegro-Insúa. Insúa-Montenegro. Una dupla mágica dentro de la cancha; una amistad sincera en la vida, que empezó en 2002.
El fútbol los juntó con la camiseta de Independiente. Con 12 años menos, los hombres, en aquel tiempo jóvenes futbolistas de 23 y 22 años, el Rolfi y el Pocho conformaron ese doble comando exquisito que aportó todo el fútbol del Independiente campeón del Tolo Gallego.
El fútbol, luego, los separó por distintas partes del mundo. Y, si bien cada uno siguió su carrera por diferentes caminos, nunca se soltaron la mano y el diálogo entre estos portadores de botines de ballet no se cortó jamás. “Siempre hablamos, no perdimos el contacto”, remarca Montenegro, mientras su amigo asiente a su lado.
Hay una historia en común con la camiseta de Independiente y esa pelota que los dos siempre trataron con tanto cariño en el medio. En total jugaron 51 partidos juntos. Fueron 37 en Primera División, en aquel Independiente de 2002/2003 que se coronó en el Apertura 02. En esta nueva realidad, impensada en otros tiempos, suman 14 encuentros compartidos en la Primera B Nacional. En esa estadística común, Montenegro suma 9 goles convertidos (7 en Primera y 2 en la B Nacional), mientras que Insúa alcanza 13 gritos (11 y 2).
Una vez más, el fútbol los volvió a cruzar. Nuevamente con la camiseta roja en el lomo, pero en una situación completamente opuesta a la de 2002.
Con la experiencia y el respeto que los años le dan a los futbolistas como derecho adquirido, Montenegro e Insúa ya no sólo se expresan dentro de la cancha. También son hombres importantes para llevar adelante un vestuario con varios pibes que vivió y vive una realidad difícil por su presente de B Nacional y por la crisis institucional del club. Ahora, esta amistad de fierro está cerquita de devolver al Rojo a Primera.

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