Hay partidos que se juegan con el alma, y de esa manera jugó el
segundo tiempo Independiente. Y eso era lo que los hinchas le reclamamos
siempre. Sabemos de la grandes limitaciones que tiene este equipo. Es
más, ayer las volvió a mostrar, sobretodo en el primer tiempo. Quiero
ser muy sincero: jamás le pedí a este equipo que juegue bonito,
que su defensa sea infranqueable, que el medio frene al rival (me
hubiera gustado que todo esto ocurra), pero nunca lo pedí porque se
sabía desde el vamos que era imposible de lograr.
Lo que sí reclamé hasta el hartazgo fue lo que ayer pusieron en el segundo tiempo. Se lo
puede llamar de diferentes formas: ganas, huevos, dignidad etc, todas
son válidas. Eso vine reclamando desde que iniciamos este maldito
campeonato.
Ayer Independiente volvió a ser Independiente. Ayer la casaca roja demostró una vez más porqué Independiente es un grande.
Eso
pedíamos, revelarse a la adversidad, demostrar que aunque estamos en la
B, somos dignos, que nos jugamos "la ropa" en cada jugada, que vendemos
carísimo la derrota, que una tarde de un domingo cualquiera volvimos a
ser "INDEPENDIENTE DE AVELLANEDA, DE PIERNA FUERTE Y TEMPLADA", salud
jugadores, la historia Roja está otra vez de pié gracias a ustedes.
Falta un sólo paso, para volver donde jamás deberíamos habernos ido,
pero jugando de esta forma, no tengo miedo.
Los hé criticado
duramente cuando lo merecieron, hoy los felicito públicamente, no porque
ganaron, sino cómo jugaron, porque como en 1978 también en Cordoba, la
Casaca Roja se paseó con hidalguía y DIGNIDAD.
Por Carlos Ernesto Dónofrio
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