jueves, 1 de octubre de 2015

Copate Conmigo.- Por Christian Alonso

Agradecemos a Christian Alonso el envìo de esta nota

Copate conmigo

Publicado en Opinión - Redactada por Christian Alonso - 1 octubre, 2015


Autor: Christian Alonso
Twitter: @chrislalonso

(Editorial) – Respirá, tomate un segundo. Lee, cerrá los ojos y pensalo: Cuartos de final. Independiente otra vez entre los ocho mejores equipos de Sudamérica. ¿Otra vez? Si, otra vez. Volvelo a leer: Cuartos de final. Después de tanta penuria, de tanta desgracia, de tanto llanto derramado en vano. Luego de la peor desgracia, la alegría menos pensada. ¿Una vez más? Dale, festejalo: Independiente en cuartos de final.


Si se intenta hacer un breve análisis para encontrar una explicación que justifique el sonriente presente del Rojo, no se le puede escapar a la figura de Mauricio Pellegrino. Resistido por muchos -para no decir por casi todos- de antemano, el Flaco llegó con la cabeza gacha, trabajó en silencio -y con algunas técnicas particulares- y empezaron los buenos resultados. Aquellos que no llegaban con Jorge Almirón. Hoy, con la serie de octavos de final en el bolsillo, Independiente tiene otro aire.

Tiene confianza en los juveniles -bueno, Vitale y Trejo todavía deben rendir varias materias para ser aprobados por el hincha-. Pero encontró la potencia que necesitaba en un Martín Benítez repleto de confianza. Varios de los refuerzos que eran mirados de reojo pasaron a ser piezas fundamentales del conjunto de Pellegrino, como Gustavo Toledo o Nicolás Tagliafico, que no parecían adaptarse y, con la llegada del Flaco, se pusieron a tono. Disfruta al mejor delantero que tuvo el club en años: Diego Vera se transformó en una bandera para el ataque del Rojo. A veces convierte, a veces no. Pero hay que atarlo al banderín del córner para que deje de tirar diagonales y pedir pelotas. Aparte es picante como pocos. Y lo demostró ante Olimpia, molestando a los centrales durante todo el primer tiempo. Tiene un volante central de otro planeta, que también era mirado de reojo cuando llegó al club. Tiene un 10 que nunca se equivoca. Que necesita dos o tres puntos más desde lo físico, pero que elige siempre el camino más fácil y simple para romar una decisión. Encontró en Pellerano y Cuesta la dupla central que hizo olvidar rápidamente la infinidad de nombres espantosos que posaron de primer y segundo marcador central en los últimos años. Tiene de todo. Y más también. Pero anoche, por lo menos, le faltó definición. Se sufrió demás, quizás ya acostumbrados a hacerlo. Pero retomando la subjetividad, volvé a imaginarlo: Independiente en cuartos de final. Jugando bien o jugando mal. La serie ante Arsenal fue dura y dificultosa. La ida costó más que la vuelta, aunque el estrecho resultado de la serie llenó de incertidumbre los corazones hasta el final. Octavos fue algo parecido. El apretado 1-0 en Avellaneda, que mereció ser más estirado, condicionó la cabeza para la vuelta. Pero la vuelta terminó. E Independiente está en cuartos de final. ¿Te lo repito? Dale, Independiente está en cuartos. Copate conmigo.

Publicada en "Monarquìa Roja" www.monarquiaroja.com.ar

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