jueves, 21 de diciembre de 2017

Holan se enamoró de Holan.-

OPINIÓN
20 de diciembre de 2017 - 15:12

-Por Eduardo Verona; "DIARIO POPULAR".

Hipolito Fernández/Diario Popular

El hombre de 57 años que públicamente lloraba a mares por su amado Independiente, se despidió dejando un tendal de sorpresas y asombros. Invocó que se fue por las amenazas de los barras a su familia. Pero este capítulo que él utilizó como elemento central para no renovar el contrato con el club no es en realidad lo central. Ariel Holan ya se veía fuera del Rojo hace unos meses. El oportunismo y la manipulación.
Ariel Holan se enamoró de Ariel Holan. Y todavía con el perfume de la consagración en el Maracaná latente, prefirió irse de Independiente por la puerta del fondo cultivando el perfil sensible del hombre victimizado por la violencia barrabrava. Que por supuesto existe. Y existió. Y Holan transitó por episodios fuleros, con amenazas incluidas a su núcleo familiar.
Él puso el foco ahí para manifestar su despedida fulminante, aunque ya la venía anunciando casi en tono subliminal en las semanas previas al desenlace festivo en Río de Janeiro. Ese amor desmesurado que Holan confesaba tener por Independiente desde que era un pibe y que lo llevó a derramar lágrimas de emoción incontenibles mientras dirigía al Rojo, hoy, con la perspectiva que dan los hechos, parece una puesta en escena formidable.

No porque no sintiera pasión auténtica por Independiente. La debe sentir. Pero en el ranking de Holan primero está Holan. No está mal su elección. El tema es que vendió otra cosa. Vendió otra historia. Manipuló sentimientos. Igual que los jugadores cuando llegan a un club y dicen a los cuatro vientos que son hinchas de ese club o que se sienten más plenos que nunca. Porque quieren sacar ventajas de entrada. Quieren promover una comunicación sin sobresaltos con la gente. Quieren, en definitiva, abonar el camino de la empatía para trascender con los recursos de la emotividad.
Se manifestó Holan como un tipo hábil. Y buen declarante. Sumó adhesiones. Casi que integró a su cuerpo técnico a glorias del club, como Bochini, Santoro y el Chivo Pavoni. Acercó a Bertoni, limó asperezas con Burruchaga, al que le confesó que era su ídolo. Y protegió sus espaldas como ningún entrenador de Independiente en los últimos años había logrado.
Si fue sincero o no, depende de la subjetividad de cada uno. Subjetividad que por supuesto nosotros también tenemos. Lo que quedó en claro es que tuvo una estrategia para posicionarse mejor. Fue diplomático y gentil. Políticamente correcto. Se mostró como un tipo abierto y amplio. Construyó ese perfil.
Apeló a la nostalgia de pasados venturosos. Recordó lo que viejos hinchas de Independiente querían recordar. Acusó melancolías que lo enternecieron. Y que lo revelaron frágil, conmovido y atrapado por los flashes de la memoria y la mística Roja. Así se ganó a todos. A los más jóvenes y a los más veteranos. A los que no siembran desconfianzas y hasta a los que siempre se empecinan en mirar debajo del agua.
Fue eficaz Holan adentro de la cancha conduciendo y afuera de la cancha enviando mensajes que atravesaron a todas las generaciones. Y a todos los paladares futbolísticos. Conquistó a periodistas, a amplios sectores del ambiente del fútbol y su prédica llegó a hinchas que no tenían en su corazón a Independiente.
Fue oportunista, Holan. Sensiblero. Activamente sensiblero. Jugueteó con esos valores intangibles, pero muy presentes. Pero en ese tránsito lo fue devorando su ego. Como devora a tantos otros que caminan por el fútbol y que circulan por otros escenarios. El ego exacerbado expresa mediocridades. Porque no reconoce grandes virtudes en nadie, aunque sean proclamadas. Solo reconoce virtudes propias. Méritos propios.
Holan debe creer con su humildad impostada que refundó a Independiente. Que lo salvó. Que le devolvió todo lo que había perdido o resignado en los últimos lustros. Fue demasiado. Se la creyó. Y se distanció de su ex amigo el preparador físico Alejandro Kohan, quien antes de protagonizar con Holan una ruptura más traumática y dolorosa eligió la prudencia para explicar su salida de Independiente.
No quería irse Kohan de Independente. Y quería partir Holan de Independiente buscando otros destinos. Esa amistad de muy vieja data se quebró. Como también se quebró hace un tiempo la relación que mantenía Holan con Matías Almeyda. Y con Claudio Vivas, que apenas arribó Holan a Independiente en enero de 2017, prefirió despedirse del club cuando hacía muy pocos meses había firmado un contrato.
Si algo desvela a Holan es su búsqueda de protagonismo. Ahora lo tenía. Este Independiente que él había armado (habría que recordar que Bustos, Barco, Meza y Sánchez Miño fueron elecciones de Gabriel Milito cuando dirigió al Rojo en el segundo semestre de 2016), lo ubicó en un lugar de privilegio.
Pero no le alcanzó. Por eso se fue, más allá de las mafias que expresan los barras. Se fue escribiendo una carta plagada de lugares comunes. Tirando del mantel. Ocultando la verdad. Y vendiendo lo que a esta altura casi nadie compra.

"DIARIO POPULAR"
Publicada en Independiente el gran campeón.

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