Publicado en la web oficial
2 de Agosto de 2019
Si bien el destino dice que el lunes 2 de agosto de 2004 nos dejó José Omar Pastoriza, el hincha de Independiente sabe y sabrá que el Pato siempre estará con nosotros. Idolo. Caudillo. Referente. Cualquiera de estos adjetivos le queda bien. Tanto como jugador como director técnico. Era un ganador nato, puro y único. Frontal y con códigos inalterables.
Su corazón a los 62 años no quiso seguir jugando cuando estaba en su quinta etapa como entrenador del Rojo. Llegó en el 66 y con el tiempo se fue ganando a la gente. Su entrega y buen pie eran a la medida del Rojo. Jugaba y hacía jugar. Tenía una pegada excelsa desde su pie derecho. Campeón del Nacional 1967 y de los Metro 70 y 71, fue clave en la obtención de la Libertadores 72 antes de seguir su carrera en el Mónaco. En el conjunto monegasco terminó su etapa con los cortos y con sólo 34 años se hizo cargo de su amado Independiente.
Debutó un 25 de julio 5-1 contra Estudiantes de La Plata, que tenía a Carlos Bilardo como entrenador, y 35 días después fue campeón de la Interamericana 76 frente a Atlético Español de México. Ese fue su primer título de los seis que cosechó, que lo hacen el DT más ganador del club en la era profesional. Luego llegaron los Nacionales 1977 y 78 contra Talleres y River. Fue el protagonista excluyente del 2-2 contra los cordobeses cuando a su equipo le echaron tres jugadores. “Vuelvan a la cancha… vayan, sean hombres… jueguen y ganen”. Contra todo un país el Pato mantuvo la calma y el Bocha con los otros muchachos lograron la hazaña más grande del fútbol mundial. Al año siguiente vapuleó a los de Ángel Labruna que tenían cinco jugadores campeones con Argentina en el 78. Fue un 2-0 mentiroso luego del 0-0 en Núñez. El doblete de Bochini quedó corto después de tamaña demostración futbolística. Se fue a fines del 79 para volver mediados del 83. El Rojo venía de dos subcampeonatos con Nito Veiga y Pastoriza fue el encargado de llevar adelante la causa. Vuelta olímpica en la última fecha contra el rival de toda la vida, que había descendido la fecha anterior. Pero lo mejor estaba por venir. Volvió a ganar la Libertadores, esta vez como entrenador, contra Gremio y la Intercontinental, que se le había negado contra el Ajax 12 años atrás, frente al Liverpool.
Luego tuvo tres ciclos más, en las que si bien no logró títulos, siempre dejó su estirpe y amor por Independiente. Por eso, nunca será olvidado. Irrepetible. Hoy y siempre, gracias, señor Pastoriza.
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