La semana pasada estuvo cargada de efemérides futboleras: los 30 años del triunfo ante Brasil con gol del Cani, 34 del partido con Inglaterra (el de la Mano de Dios y el Barrilete Cósmico), los cumpleaños de Román y de Messi. Pero te vamos a recordar una que pasó más desapercibida.
“Era Woody Allen jugando al fútbol: un cuerpo insuficiente para cualquier cosa, una cara que parecía tallada para el fracaso, un talento punzante, veloz, inmenso”. Así lo describe Jorge Valdano, delantero campeón de México ´86.
Para el más grande, directamente fue su maestro: “Verlo a él, era como ver al fútbol mismo. Siempre quise jugar con el Bocha en la Selección”, dice Diego Armando Maradona en el prólogo que escribió para la autobiografía de Bochini, basada en entrevistas con el periodista Jorge Barraza.
El encuentro se concretó: era el 25 de junio de 1986, semifinales de la selección frente a Bélgica. 39 minutos del segundo tiempo. “Me parecía que nunca hubiera jugado en Primera, que estaba por debutar”, recuerda su emoción el maestro.
Con esa humildad que solamente tienen los grandes de verdad, el Bocha cuenta que “no escuchó bien”, que él sólo pensaba en jugar. “Me parece que es algo que dijo Víctor Hugo Morales, interpretando el sentir de Maradona. Capaz que Diego dijo, Dibuje maestro”. Pero el Bocha no se acuerda.
Y como el fútbol es tan lindo que a veces cuesta ponerle palabras, la escena quedó inmortalizada para siempre: Pase maestro, lo estábamos esperando.
Por Augusto Clash para Mundo Rojo
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