Independiente llegó justo al milagro del empate
POR WALDEMAR IGLESIAS
Ferro se puso en ventaja con un gol de Caballero, Tuzzio erró un penal y en el último instante igualó Penco.
15/05/14 CLARIN
De repente, lo que tanto se parece a un infierno se puede convertir en el paraíso por un ratito . Un centro llega desde la izquierda, lo tira Pizzini, la pelota vuela y la cabeza más averiada de la tarde que se hizo noche en Caballito transforma el escenario. Sebastián Penco -con esa venda gruesa, con esa cara que cuenta dolores- hace el gol que cambia casi todo, al menos en apariencia: en tiempo de descuento, Independiente transforma una derrota en un entusiasmo. El 1-1 frente a Ferro, al cabo, termina significando eso. A pesar de los repetidos tropiezos recientes, el Rey de Copas todavía está en la frontera del regreso, ahí, en la pelea.
De todos modos, más allá del desenlace, hay otra verdad que cuenta el campo de juego: Independiente en nada se parece a un equipo convencido. No juega bien, duda en defensa, no construye en el mediocampo, no es contundente en el área ajena. Hay una escena que lo retrata: Omar De Felippe -hombre tranquilo, conocedor de luchas bravas- se pasó el partido entero masticando nervios.
Ferro lo pudo haber noqueado, pero le faltó esa condición de boxeador que liquida todo con dos piñas . El equipo de Caballito ganaba 1-0 gracias a ese gol de Caballero -tras el remate de Coll y el rebote de Diego Rodríguez- y tuvo una chance inmejorable para empujar a Independiente al fondo del peor de sus mares. Falta de Tula al mismo Caballero, penal obvio. Y entonces, a esos 22 minutos del primer tiempo, fue Tuzzio a patear. Y pateó mal, muy mal. Y la pelota se fue desviada, al costado del palo derecho del arquero visitante.
Ese error ajeno, sin embargo, no resultó un impulso para Independiente. No sucedió nada de lo que su historia inmensa cuenta. No fue un grande yendo a buscar; tampoco se mostró como un equipo que sabe que hay que aprovechar cada retazo de chance que en el camino aparece. No. Independiente no fue nada de eso.
En consecuencia, más allá del desenlace -ese punto que maquilla carencias, de algún modo- quedó claro que Independiente, a casi nada para el final del torneo, no está en condiciones de cumplir con el obligatorio objetivo del regreso inmediato. No juega como un equipo de Primera. No brinda particularidades que lo muestren como un real candidato. De todos modos, el Puesto 3 -el estribo del ascenso a la máxima categoría- sigue estando a su alcance. Porque todos sus rivales parecen jugar para él, porque nadie se anima a abrazar decididamente ese espacio (más allá de los coqueteos de Instituto). Independiente lo sabe: todo indica que la principal razón para alimentar la posibilidad de la vuelta está más relacionada con dificultades de otros que con virtudes propias.
Parece mentira pero es cierto: Independiente junta a Pisano, a Montenegro y a Insúa y no consigue armar ni una pared ni ofrece dos pases seguidos que inviten al aplauso. Junta futbolistas de nombre y de reconocida capacidad, pero no logra que rindan en función de sus antecedentes. El modo en el que accedió al empate tardío es una perfecta demostración de que no hay claridad en la búsqueda. El grito final, ese desahogo, resultó un oportuno abrazo del azar. Ese mismo azar que consigue que la pretensión del regreso continúe latiendo.
De Felippe: “Espero que los jugadores se rebelen”
Valoró el empate, pero dijo con disgusto: “No tuvimos ideas claras en ningún momento”.
15/05/14 CLARIN
La venda cuenta que tiene la cabeza rota, que se golpeó, que lo lastimaron. Pero él va, insiste, quiere, vuelve a buscar. Se llama Sebastián Penco. En el penúltimo centro de un Independiente sin respuestas él brinda la mejor de las certezas: esa cabeza averiada ofrece el gol, el grito a la distancia, el desahogo. Gracias a él, el golpeado Independiente resucita por un momento. Y vuelve a creer.
Sus palabras posteriores cuentan también el entusiasmo de todos: “Fue un lindo gol. Importante para no perder. Ahora hay que salir a ganar todo lo que nos queda para lograr el ascenso”.
En breve, añadió su mirada sobre las particularidades del encuentro: “Quizás jugamos apresurados en el primer tiempo. En el segundo, cambiamos la actitud. Buscamos más, estuvimos más cerca”. Pero había algo más importante en sus palabras. Una búsqueda, un mensaje: “Jugando así, lograremos el ascenso. Vamos a luchar para darle una alegría a la gente”.
Pero también hay espacio para otras miradas en el vestuario de Independiente. Y la entrega el que decide: Omar De Felippe, el entrenador. “Yo soy muy autocrítico, pero no da tener que salir a matar a mis jugadores públicamente. De una vez por todas tenemos que empezar a ganar. Hoy sabíamos muy bien que el punto no nos servía. Lo valoro por cómo se dio el partido, pero si no podemos ganar dos partidos seguidos estamos complicados. Espero que en algún momento los jugadores se rebelen como lo hicieron frente a San Martín de San Juan. Precisamos que varios jugadores que no están apareciendo lo hagan”.
El entrenador agregó: “Estuvimos muy lejos de lo que hicimos el partido anterior. No tuvimos ideas claras en ningún momento. Y creo que si hacían el gol de penal el partido ya estaba liquidado. Sobre el final fuimos sin ideas y nos tocó empatar. Esta es la realidad que vivimos. Hace rato que no nos está tocando jugar bien. Por lo menos conseguimos un punto”.
De todos modos, la esperanza sigue siendo patrimonio de Independiente. También de su entrenador: “Todavía no estamos fuera de carrera. Hay equipos que vienen perdiendo muchos puntos y confiamos en que la tendencia siga en los próximos partidos. A esta altura y teniendo en cuenta cómo estamos, apuntamos a llegar al partido ante Instituto (en la penúltima fecha) por lo menos a tres puntos de distancia de ellos. Para poder definir. Para depender de nosotros”. En eso anda el Rey de Copas . Buscando, a pesar de todo. Y de todos.
Delfino: una mala y dos buenas
15/05/14 CLARIN
Germán Delfino tuvo una noche con claroscuros. Acertó en la jugada del penal que luego erró Eduardo Tuzzio. Hubo una dura entrada de Cristian Tula sobre Pablo Caballero. Punto para el árbitro. Sin embargo, en el segundo tiempo, se equivocó al expulsar a Pablo Vegetti. Diego Rodríguez empujó al delantero, quien se levantó y encaró al arquero. Delfino observó un pisotón que no existió. Era amarilla para Vegetti, pero decidió echarlo y amonestar al 1. Mancuello estuvo bien expulsado por tirarle la pelota encima al juez asistente, que pudo esquivarla.
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