RADIOGRAFÍA DE UN INFRACTOR
A veces me detengo a pensar en la vida que lleva un jugador de fútbol de primera división a partir del día de su debut.
El futbolista profesional desde que asoma a la consideración general, tiene la premisa de estabilizarse y seguir en la medida de lo posible un camino hacia la consagración.
No seamos necios. El jugador tiene desde el vamos la mira puesta en sentir rápidamente la caricia de la gente con el perfume de los aplausos. Ni que decir de disfrutar la posibilidad que tienen unos pocos de alcanzar una ovación por una actuación descollante o demostrando un genuino sentido de pertenencia hacia el club que le toque representar.
Y si nos detenemos en rendimientos destacados, las opciones son muchas. Están los arqueros que brillan por atajadas deslumbrantes, los defensores por su técnica y destreza para proteger zonas defensivas, los volantes por ubicación y técnica para darle oxígeno y juego al equipo, y obviamente los delanteros, aquellos que por presencia en el área contraria a fuerza de goles, conviven con la admiración del hincha.
Si al personaje al que voy a hacer mención ahora, esperaban que lo encuadre en alguna de estas variables, lo lamento por defraudarlos porque tengo más dudas que certezas.
¿Como es esto? Dante Mírcoli jugó alrededor de 300 partidos en primera, pero no llegó a la fama por separarse del resto por una cuestión de aptitud, sino por aplicar una patada descalificadora a Johan Cruyf en el partido de ida de la final de la copa Intercontinental de1.972 que jugó el diablo contra el Ajax de Holanda.
La jugada fue de este modo: “El tano” quiso cederle la pelota a Santoro para no arriesgar innecesariamente y una vez efectuado el pase sintió a sus espaldas que un jugador vestido de blanco pasaba a toda velocidad, reaccionando a ello con un patadón impresionante. Se trataba nada más y nada menos que de la estrella holandesa. Lo curioso es que ni siquiera resultó amonestado y el delantero tuvo que abandonar la cancha con un esguince de rodilla. En el partido de vuelta también se hizo presente a pesar de la reserva que tenía el técnico en incluirlo en la alineación titular.
La anécdota tuvo otro capítulo adicional. Gracias a aquel incidente Dante Mircoli recaló en la Sampdoria de Italia haciéndose conocido internacionalmente simplemente por una patada.
En realidad toda su carrera fue especial. Cuando en Europa le tocó enfrentar nuevamente al astro holandés, este alzó su guardia y le preguntó si no le iba a pegar nuevamente. Como respuesta recibió la explicación del “tano” diciendo que era desde allí como el inolvidable “Bocha”, porque su nuevo puesto era de enganche. Lo gracioso es que todos creyeron en su palabra.
Este personaje gozaba de una gran rebeldía, hacía oídos sordos a las indicaciones que le hacían los técnicos de turno o sus propios compañeros. Básicamente estas pasaban por pedirle hasta el cansancio que se dedique a la marca exclusivamente. El les contestaba siempre que sí, que iba a procurar tomar debida nota, pero verdaderamente no cumplía con el pedido y hacía lo que quería.
Era atípico para la época, porque no era por falta de responsabilidad esa conducta. La llevaba a cabo porque se sentía capaz de marcar con acierto y no contento con eso trepaba por su carril ocupando posiciones ofensivas. Recibía obviamente el reproche de sus pares que le decían que estaba desperdiciando sus condiciones por no hacer caso. En esa etapa los equipos eran más conservadores, por lo que se transformó en un adelantado ya que hoy, como todos sabemos, los laterales pasan al ataque constantemente. Al “tano” le interesaba correr y luchar aparte de jugar, es justo mencionarlo.
Por fortuna unos años después se reencontró con Johan Cruyf que al verlo tomando una copa le volvió a preguntar si le iba a pegar y todo acabo con una sonrisa, ya que uno de los mejores número 9 de la historia aceptó las disculpas del “tano” convenciéndolo que nunca tuvo mala intención.
Integró planteles campeones del rojo en 1.967, 1.970, 1.971 y 1.972, además del que resultara campeón intercontinental en 1.973.
El tiempo lo llevó como dijimos a la Sampdoria pero alternó partidas y regresos pasando por Estudiantes y Racing de Argentina y Catania y Lecco 1912 de Italia. Finalmente se retiró en Atlético Bucaramanga de Colombia.
Dante Mírcoli no era virtuoso, tampoco muy aplicado a lo que le pedían desde el banco. No era un valor que rompió el molde, pero a mí dame esta clase de jugadores además de los que poseen buena técnica. Sus años como jugador profesional estuvieron teñidos por el esfuerzo permanente sin claudicaciones, elemento importante que a veces se hace ausente en el rojo.
Yo personalmente tengo un buen recuerdo de su paso por Independiente, en el cual nunca dejó de dar todo por el equipo, y esa cualidad ciertamente hay que agradecerla.
En ocasiones imagino su presencia en el fútbol actual y no hago más que confirmar que su compromiso constante sería valorado de la mejor manera. Es que jugó como vivió... dejando el alma.
Mario Sifres para Siempre Independiente
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